La construcción de un edificio es, en sí misma, un hecho lo bastante impactante tanto por el empleo de suelo (que hipoteca una superficie con un potencial de uso que queda parcialmente o totalmente aniquilado, como se da en la destrucción de espacio vegetado de una cierta entidad y valor ecológico y paisajístico) como por la utilización de múltiples recursos y la generación diversa de residuos, de los que tendremos que hacer una correcta gestión.
Por otra parte, la diversidad de usos resultantes de las actividades de la universidad hace que las necesidades de los edificios se vuelvan cada vez más especiales.
Apostar por un modelo que favorezca el control del consumo energético y la optimización de recursos (agua, materiales...), tanto en la construcción como en la fase de uso, no sólo puede producir una mejora ambiental directa sino que, por el hecho de que se trata de espacios muy frecuentados para la comunidad universitaria, constituyen también espacios de aprendizaje sobre modelos de aplicación de sistemas de gestión eficiente de los recursos.
Planes de ahorro y eficiencia energética: